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Solución letal: Veneno para destronar reyes, papas o ministros

Solución letal: Veneno para destronar reyes, papas o ministros

El veneno ha puesto y quitado reyes, papas y ministros, a través de tés ‘aliñados’, pasteles con sorpresa o paraguas-jeringuilla

Inés Gallastegui

Domingo, 19 de febrero 2017, 01:22

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Ya lo dijo Paracelso: todo es veneno y nada es veneno, depende de la dosis. Por ejemplo, un poco de arsénico es necesario para vivir y, en cambio, beber siete litros de agua o comerse enterito un jamón del bueno puede ser mortal. Pero cuando hay intenciones homicidas, ni el agua ni el jamón parecen muy prácticos. Lo que distingue a los envenenadores de otros matarifes es la sutileza: es lógico pensar que la mayoría de estos crímenes pasan desapercibidos, precisamente por dejar poco o ningún rastro de la sustancia utilizada y apenas pistas sobre sus autores. Pero no siempre ocurre así. El lunes fue asesinado en el aeropuerto de Kuala Lumpur (Malasia) Kim Jong-nam, hermanastro del dictador norcoreano, caído en desgracia en el régimen de Pyongyang. Al parecer, una o dos mujeres se acercaron a él mientras esperaba un avión y le administraron un veneno colocándole un pañuelo en la cara o rociándole con un espray. Una hora después, moría de camino al hospital. Hay tres detenidos.

Es solo el último de una larga serie de asesinatos políticos. La catedrática de la Universidad de Sevilla Adela Muñoz se dio cuenta de que, en el laboratorio de Química, lo que más atraía la atención de sus alumnos era trabajar con sustancias letales; las anécdotas que cada una tenía detrás les fascinaban. Así fue como se puso a escribir Historia del veneno: de la cicuta al

polonio (Debate, 2012). En el libro, distingue tres etapas en esta retorcida crónica. A la antigüedad clásica pertenecen las muertes del filósofo griego Sócrates, condenado en 399 a.C. a beberse una copa con cicuta por corromper a la juventud con sus ideas; de la emperatriz egipcia Cleopatra, que se suicidó dejándose morder por una serpiente; y del emperador romano Claudio, enviado al otro barrio por su esposa Agripina, que no veía el momento de colocar a su hijo Nerón al frente del cotarro. La leyenda dice que le sirvieron un plato de setas la Amanita cesárea era la favorita de los reyes de Roma, la phalloides, de sus asesinos y lo remataron con arsénico.

Carta emponzoñada

El segundo escenario es el Renacimiento, donde brillan con luz propia el Papa valenciano y sus hijos Lucrecia y César, maestros en el arte de la coctelería. «Se decía voy a cenar con los Borgia, pero poca gente podía decir ayer cené con los Borgia», ironiza el forense del Servicio de Información Toxicológica José Luis Miguel. No en vano, se cree que el propio Pontífice Alejandro VIpretendía cargarse a uno de sus cardenales cuando se hizo un lío con las copas y acabó probando su propia medicina.

Catalina de Medicis llevó esta pérfida sabiduría a Francia, donde la alquimia política alcanzaría su máximo brillo con Luis XIV, el Rey Sol, que se libró por poco de morir al recibir una carta emponzoñada. «En esta época el veneno se democratizó y empezó a ser accesible para cualquiera», recuerda Antonio Hernández Jerez, catedrático de Toxicología de la Universidad de Granada.

El tercer periodo de apogeo comenzó en el siglo XX. Rasputín inauguró la escuela rusa, que se ha mantenido hasta nuestros días a la vanguardia del veneno como procedimiento de fulgurantes ascensos y estrepitosas caídas políticas. Enemistado con el gobierno, al místico consejero de los Romanov le tendieron una trampa de la que no pudo escapar: primero le sirvieron pasteles con cianuro, después le pegaron unos tiros y, por último, lo tiraron al río Neva. Como para fallar.

Venenos y síntomas

  • ¿Qué es veneno?

  • Para que una sustancia pueda utilizarse con intenciones criminales ha de ser tóxica a dosis bajas, imperceptible por los sentidos y soluble en alimentos o bebidas. También ayuda a despistar el hecho de que los síntomas que provoque la ingestión, inhalación o el contacto puedan ser confundidos con los de una enfermedad aguda.

  • Plantas mortales

  • El curare, la cicuta, la belladona o la mandrágora son venenos que se extraen de plantas y se conocen desde antiguo. La ricina, que se encuentra en las semillas de un arbusto llamado ricino o higuerilla, produce un fallo multiorgánico sin apenas dejar rastro. Mató al espía búlgaro Georgui Markov y aparece en la serie Breaking Bad.

  • El áspid y el pez globo

  • Un veneno animal clásico es el de algunas serpientes, como el áspid que mató a Cleopatra. Produce síntomas neurológicos y cardiacos. Más potente aún es la tetrodotoxina, que se halla en algunos órganos del pez globo o fugu, cuya carne es comestible. Es una toxina paralizante que puede producir un colapso cardiorrespiratorio en unos minutos. La toxina botulínica, producida por una bacteria, es la segunda sustancia más tóxica después de las dioxinas aunque en dosis muy bajas se usa como antiarrugas (bótox), causa la enfermedad del botulismo y una parálisis mortal. Junto con el gas sarín, el VX y otros agentes nerviosos, está considerada como arma química.

  • Minerales

  • El arsénico es un metaloide necesario para la vida y presente en la naturaleza, pero si se ingiere o inhala a ciertas dosis produce síntomas digestivos y neurológicos. El talio, un metal pesado antiguamente utilizado como matarratas, era el veneno preferido de Sadam Hussein para acabar limpiamente con sus enemigos es incoloro e insípido, letal a pequeñas dosis y sus efectos son retardados, por lo que es difícil establecer una relación de causa-efecto.

  • Toxicología española

  • El científico mallorquín Mateo Orfila (Mahón, 1787-París, 1853) está considerado el padre de la Toxicología, la rama de la Medicina que estudia los efectos de los productos tóxicos o venenosos sobre el organismo.

  • No hay veneno perfecto

  • Hoy prácticamente ninguna sustancia escapa a los análisis toxicológicos. «La cromatografía consigue detectar cantidades ínfimas de sustancias», subraya José Luis Miguel, forense en el Servicio de Información Toxicológica. Eso sí, subraya, es fundamental una adecuada y rápida toma de muestras de la víctima sangre, orina a través de la cual se eliminan la mayoría de los tóxicos y sus residuos y, en ocasiones, riñón, hígado, pulmón o humor vítreo, que al permanecer estanco en el globo ocular apenas se contamina.

  • El cabello de Asunta

  • El hallazgo de que el pelo de Napoleón Bonaparte contenía arsénico no aclara si realmente fue envenenado, porque esta sustancia está presente en la naturaleza y, en época del emperador francés, se utilizaba para tratar diversas enfermedades, como la sífilis. En cambio, el análisisdel cabello de Asunta Basterra, la niña asesinada por sus padres en La Coruña en 2013, permitió detectar que la pequeña ya había sido drogada con anterioridad con lorazepam, para probar la dosis, un dato clave en la investigación.Es lo que se llama el juego del veneno, explica el doctor Miguel.

  • Un vaso de agua fría

  • Pese a todo, alguna muerte real en España se atribuye a misteriosos bebedizos. El rumor de que Felipe el Hermoso fue asesinado por orden de su suegro, Fernando el Católico, ha sobrevivido cinco siglos sin ser confirmado ni desmentido, aunque el móvil heredar la regencia de Castilla existió. Dicen que el flamenco bebió agua muy fría después de jugar a la pelota, aún sudando; le dio una fiebre y murió días después, con solo 28 años, en 1506.

La excelencia llegaría con la URSS. «El antiguo KGB sabía lo que hacía: tenía la mejor división de venenos de todos los servicios secretos. Nunca repetían el procedimiento ni la sustancia», concede, no sin un punto de admiración, el médico granadino.

El mundo del espionaje ha dado algunos de los momentos cumbre de la historia criminal del veneno, pero el escritor búlgaro Gueorgui Markov se lleva la palma. Había desertado de su país en 1969 y trabajaba en Londres para la BBC, desde la que lanzaba duras críticas al régimen comunista de Todor Zhivkov. Un día de 1978 iba a su trabajo cuando notó un leve pinchazo en la parte trasera del muslo; cuando se dio la vuelta vio a un hombre con paraguas subirse a un taxi. No le dio importancia hasta que empezó a enfermar. Cuando acudió al hospital, al día siguiente, febril y con el pulso acelerado, le contó al doctor Bernard Riley que estaba en el punto de mira de los servicios secretos de Sofía. «El KGB me ha envenenado y no hay nada que usted pueda hacer», le advirtió Markov al médico. Y tenía razón: dos días después murió y en la autopsia Riley encontró bajo su piel una minúscula esfera metálica con dos agujeritos; probablemente había contenido veneno y fue inyectada con un mecanismo oculto en el paraguas. La conclusión fue que el veneno empleado era ricina, una toxina vegetal.

Otro disidente al que Moscú no perdonó es Aleksander Litvinenko. Él mismo era agente del KGB hasta que cayó en desgracia y, tras varios encarcelamientos en Rusia, consiguió asilo en Reino Unido. Allí escribió dos libros en los que acusaba a la inteligencia de su país de haber organizado actos terroristas para facilitar el ascenso al poder de Vladimir Putin y a este de ordenar el asesinato de la periodista Anna Politkóvskaya. Su agonía fue lenta: el 1 de noviembre de 2006 cayó enfermo y 23 días después murió. Su imagen sin un pelo en la cabeza y con la mirada apagada en una cama de hospital, dio la vuelta al mundo. Era la primera víctima de un envenenamiento radiactivo por polonio 210. Al parecer, un compatriota se lo sirvió disuelto en té en un restaurante.

Este mismo elemento, denominado así en honor al país de origen de su descubridora, Marie Curie, fue sospechoso de haber causado la muerte del líder palestino Yasir Arafat. El fundador de la OLP falleció en París en 2004 a los 75 años, tras varias semanas de agonía. Y, como la viuda se negó a que se le practicara la autopsia, se atribuyó su fallecimiento a un accidente cerebral, sida o cirrosis. En 2012 sus restos fueron exhumados y los forenses hallaron trazas de polonio 210 en su cuerpo, aunque no pudieron asegurar que eso hubiera causado su muerte. Posiblemente nunca lo sabremos.

Disidente en coma

Un líder sobre el que tampoco se llegó a aclarar del todo la verdad es el político ucraniano Viktor Yuschenko. El líder proocidental se encontraba en 2004 en plena campaña electoral cuando fue envenenado con dioxinas, un compuesto químico altamente tóxico y cancerígeno. Con su rostro desfigurado por un extraño acné pardo y secuelas óseas y digestivas, fue presidente hasta 2010.

Otros no han tenido tanta suerte. A primeros de febrero entró en coma el periodista Vladimir Kara-Murza, colaborador del asesinado dirigente Boris Nemtsov y muy crítico con el gobierno de su tocayo, a quien ya en 2015 acusó de haberle envenenado tras sufrir un grave fallo renal.

Una lista de misterios a la que se suma Kim Jong-nam. ¿Qué pudo administrarle Miss Poison, la joven de la camiseta con la leyenda LOLcaptada por una cámara del aeropuerto? Nuestros forenses dudan de que fuera un gas, porque habría puesto en riesgo a la propia agresora y a otros pasajeros. Si se confirmase que la sustancia entró por la nariz de la víctima y le causó la muerte en menos de una hora, el doctor Hernández se inclina por la tetrodotoxina. Esta potentísima neurotoxina se encuentra en algunos órganos del pez globo, que los asiáticos conocen como fugu y comen con gran placer no exento de suspense. Algún día nos enteraremos. O no.

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