Edición

Borrar
Los trabajadores de Li Junyuan, que a la izquierda desfila en un jeep del Ejército de EE UU, durante su estancia el año pasado en Niza.
Mi jefe es un chollo

Mi jefe es un chollo

Las empresas de India y China acostumbran a incentivar a sus trabajadores regalándoles coches, apartamentos y viajes. En Europa y Estados Unidos las retribuciones en especie toman la forma de seguros médicos privados y bonos de comida

BORJA OLAIZOLA

Martes, 17 de enero 2017, 01:42

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El ejecutivo vasco de la automoción José Ignacio López de Arriortúa, más conocido como 'Súperlopez', popularizó hace un par de décadas el concepto del 'señor trabajador' devolviendo al empleado el protagonismo que la automatización le había arrebatado. Superado ya el estadio del maquinismo y en plena hegemonía de la economía de la inteligencia, pocas son las compañías que hoy se atreven a cuestionar la máxima de que el factor humano es el principal de sus activos. Cultivar el talento de los empleados y mimar a los más capacitados para evitar que se vayan a la competencia constituye una política prioritaria para sobrevivir en los mercados.

En economías de países en plena expansión, caso de India o China, los regalos en especies constituyen una práctica extendida para retener y motivar a los mejores trabajadores. Recientemente, un magnate indio de los diamantes gratificó a sus empleados más competentes entregándoles nada menos que 1.200 coches y 400 apartamentos. Savji Dholakia, de 53 años, es el fundador y propietario de Hari Krishna Exports, una empresa familiar dedicada a la talla y exportación de diamantes en la región de Gujerat que ocupa a unas 5.500 personas.

En India es común que los patronos reconozcan el buen hacer de sus asalariados regalándoles detalles como cajas de dulces o pequeños electrodomésticos en la festividad de Diwali, que se celebra a finales de octubre y es el equivalente a las Navidades occidentales. Dholakia, sin embargo, es bastante más desprendido que el resto de sus colegas y lleva unos cuantos años dejándoles boquiabiertos con sus gestos. Si en 2014 distribuyó 200 apartamentos, 400 coches y 500 lotes de joyas entre 1.100 de sus empleados, en esta última ocasión su 'aguinaldo' se incrementó y se extendió hasta alcanzar a 1.600 trabajadores.

El empresario se ha ganado a pulso el título de mejor jefe de la India. Los 7,7 millones de dólares, unos 7 millones de euros, que se ha gastado en el último Diwali en recompensar a sus empleados representan el 10% del valor de las exportaciones de su compañía, que vende diamantes en más de 70 países. «Nada es más valioso que nuestros trabajadores», es el mantra de Dholakia, al que también le gusta decir que «si mantenemos felices a nuestros empleados, Dios también nos mantendrá felices».

En realidad, muchos de sus asalariados preferirían un cheque en mano a un coche o una vivienda, pero el empresario, de origen humilde, está convencido de que su estrategia es la más adecuada. Cuando era joven, ha declarado al 'Hindustan Times', vivía obsesionado por el sueño de alcanzar un coche y una casa en propiedad: «Si procuro a mis mejores trabajadores los dos bienes por los que luchan casi todos los hombres durante su existencia, me aseguro de que se van a quitar de encima esa preocupación y van a poder dirigir el cien por cien de su tiempo y sus esfuerzos a la empresa».

De viaje con el patrón

En China, otra economía que crece a ritmo acelerado, hay una forma de motivación que ha adquirido un fuerte arraigo en los últimos años: llevar de viaje a los mejores empleados. La empresa Tiens, propiedad del multimillonario Li Junyuan, invita desde el año 2000 a parte de sus asalariados a visitar un país sin reparar en gastos. La pasada primavera fueron 2.500 los empleados de Tiens que viajaron a España en premio a su buena conducta laboral. Estuvieron en Madrid, Barcelona y Toledo disfrutando de un programa que incluía desde una corrida de toros (sin sangre) a un espectáculo flamenco y otro con caballos.

El patrón de Tiens se gastó en España del orden de 20 millones de euros, una cantidad sin duda inferior a la que tuvo que costear cuando en 2015 invitó a 6.000 de sus trabajadores a visitar París y Niza alojándoles en hoteles de cuatro y cinco estrellas. Son varias las empresas chinas que han empezado a seguir los pasos de Tiens. La aseguradora Taykang ha gratificado a 800 de sus trabajadores con una gira por varias ciudades españolas, algo que también han tenido la oportunidad de hacer 600 asalariados de Infinitus. La fórmula ha cuajado en la cultura empresarial china, donde las relaciones entre patrón y trabajador tienen un fuerte componente de paternalismo.

Mal visto entre los latinos

En las economías occidentales, más maduras y con tasas de crecimiento inferiores, las retribuciones en especie adoptan otro formato. «Igual me hacen una faena si ahora me regalan un coche», bromea Mónica Recalde, profesora de Recursos Humanos de la Facultad de Económicas de la Universidad de Navarra. La docente recuerda que el pago en especie está presente en el intercambio comercial desde tiempos remotos y trae a la memoria los ejemplos de las grandes empresas en la España del desarrollismo. «Compañías como Altos Hornos de Vizcaya retribuían a sus empleados con viviendas, sanidad y educación para sus hijos en tiempos en que el Estado no garantizaba esas prestaciones», observa.

Recalde, no obstante, puntualiza que los incentivos por objetivos tienen menos aceptación en la cultura latina que en la tradición anglosajona. «Competir con el resto de los compañeros para obtener un premio está bien visto en Estados Unidos o Australia, por ejemplo, pero no así en los países latinos, donde los trabajadores suelen ser reacios a participar en dinámicas de esa naturaleza». Distinciones como el empleado del mes o del año, con mucha tradición en firmas anglosajonas, no terminan de cuajar en otras culturas empresariales.

En general, las compañías occidentales a las que les van bien las cosas optan por gratificar a todos sus empleados y lo hacen con fórmulas que van desde la entrega de un bonus anual a la cesión de una participación en el accionariado. Muchas firmas automovilísticas, un sector que vive años de vino y rosas, están repartiendo en los últimos ejercicios generosas extras entre sus plantillas. Porsche pagó el año pasado 8.600 euros a cada uno de sus 14.600 trabajadores mientras que Daimler, el grupo al que pertenece Mercedes, distribuyó una extra de 5.650 euros a sus más de 125.000 empleados.

Pero más allá de esas bonificaciones puntuales en metálico, la retribución en especie tiene escaso arraigo en países como España. «Aunque está creciendo tímidamente, es aún minoritaria», puntualiza la profesora Recalde, que cita un reciente informe de la consultora Adecco que circunscribe el fenómeno a los seguros médicos privados, las dietas por desplazamiento y comida y, cómo no, las cestas de Navidad. Aunque tiene ventajas fiscales, se trata de una modalidad con poco tirón entre los trabajadores españoles, que prefieren percibir esas compensaciones en forma de salario. En nuestro país, los coches, los apartamentos y los viajes lucen más en sorteos y concursos.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios