Edición

Borrar
Boda bajo cero. Una pareja de recién casados camina por un parque de Estambul en una imagen tomada el domingo.
La nieve viaja al sur

La nieve viaja al sur

La ola de frío que ha congelado Europa oriental desciende a latitudes inéditas y deja copos hasta en el desierto de Libia

borja olaizola

Miércoles, 11 de enero 2017, 02:19

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Es probable que dentro de unas décadas los descendientes de los actuales habitantes del desierto de Libia se queden con los ojos como platos al escuchar de boca de sus mayores el relato de aquel mes de enero de 2017 en que la arena se cubrió de blanco. La ola de frío siberiano que ha azotado los últimos días la parte más oriental de Europa ha dejado unas cuantas estampas inéditas, entre ellas la de la nieve cayendo en el desierto libio. «Había oído hablar de nevadas en Argelia, pero nunca hasta ahora habían llegado hasta Libia, lo que demuestra que el frente siberiano ha tenido un comportamiento excepcional y ha descendido hasta latitudes muy bajas», observa Margarita Martín, delegada de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).

Las olas de frío siberiano son relativamente habituales en Europa central. El pasillo que abren los vientos de componente nordeste hace posible el descenso del aire gélido a través de los Urales y la estepa rusa hasta alcanzar la zona central del continente. Eso explica que durante los últimos días se hayan alcanzado mínimas del orden de los 25 grados bajo cero en Polonia, Hungría o Alemania. «Ha sido una entrada de aire polar de bastante magnitud, aunque fenómenos así se producen cada tres o cuatro años en Europa central», precisa José Miguel Viñas, responsable de la web divulgameteo.es y vicepresidente de la Asociación de Comunicadores de Meteorología. Lo que ya no es tan habitual, añade el meteorólogo, es que el chorro siberiano alcance el área meridional del Mediterráneo y deje nevadas tan copiosas como las de los últimos días en zonas del sur de Italia, Grecia y Turquía. «Eso sí ha sido realmente excepcional», confirma Viñas.

El gran frío

  • Aniversario

  • El frío siberiano no ha alcanzado esta vez a España. El año pasado se cumplió el 60 aniversario del mes más frío registrado en nuestro país hasta la fecha, el de febrero de 1956.-320

  • es la temperatura mínima medida en territorio español. Se registró el 2 de febrero de 1956 en el lago de Estanygent, en el Pirinero leridano. Tres frentes polares recorrieron aquel mes el país en una situación inédita.

  • Agua de mar congelada

  • La lengua de aire gélido bajó las temperaturas en todo el territorio y dio lugar a estampas que no han vuelto a repetirse desde entonces. El agua de mar se congeló en rocas y arrecifes de la Costa Brava. Las fuentes de Barcelona estuvieron congeladas durante semanas.-1,20

  • fue la mínima que se registró en Almería, algo nunca visto en la capital andaluza. En otras ciudades del Mediterráneo el termómetro se desplomó hasta los 7,2 grados (Valencia), 10,5 grados (Girona) y 6,7 grados (Barcelona). Hielo negro

  • La agricultura vivió una de las mayores catástrofes que se recuerdan con la pérdida de millones de naranjos, olivos y muchos otros frutales. Aquel mes consolidó la amenaza del hielo negro que desde entonces puebla las pesadillas de los agricultores.

España, bajo la influencia de un anticiclón, se ha librado esta vez de un fenómeno que ha dejado un reguero de muertos allá por donde ha pasado. El desplome de las temperaturas se ha cebado sobre todo entre las personas sin hogar: las víctimas mortales se cuentan por decenas en países como Polonia, Hungría e Italia, donde los servicios de acogida se han visto en ocasiones desbordados para atender a los indigentes. En el país transalpino muchos colegios de las regiones más meridionales tuvieron que interrumpir sus clases ante el brusco descenso de los termómetros. Las navieras también suspendieron todos los enlaces entre la península y las islas. En Roma el aire gélido propició escenas que parecían sacadas de una película, entre ellas la del agua congelada en lugares tan simbólicos como la Fontana de Trevi o la fuente de la Plaza Navona.

El Danubio, la espina dorsal de Europa central, ha sido la puerta de entrada del chorro de aire siberiano hacia el sur. Las aguas del río al que Claudio Magris dedicó el más señero de sus libros han estado congeladas a su paso por ciudades como Budapest, una estampa que no se suele ver todos los inviernos. Aunque los húngaros están algo más habituados al frío que sus vecinos del sur, no han podido evitar que la cifra de víctimas mortales se haya duplicado. Según comunicó una ONG que opera en Budapest, los fallecidos este invierno a causa de las bajas temperaturas ascienden ya a 80, cuando el año anterior por estas fechas no habían pasado de 45.

Todavía es pronto para saber si la ola de frío, que comenzó a remitir ayer, marcará alguna efeméride meteorológica. En Polonia se ha llegado a hablar de mínimas por debajo de los 40 grados bajo cero, extremo que no ha podido ser confirmado. Lo que sí es cierto es que los polacos han vivido uno de los fines de semana más fríos de los que tengan memoria. La Policía de Varsovia ha lanzado constantes avisos por radio pidiendo a la población que adopte cautelas ante la amenaza de las bajas temperaturas. Los agentes han efectuado patrullas específicas para localizar y trasladar a refugios a los indigentes.

Ciclistas en Moscú

Donde el frío ha sido más intenso ha sido en Rusia. En Klin, que está unos cien kilómetros al norte de Moscú, se midieron el sábado por la noche 39,5 grados bajo cero. Las temperaturas siberianas, sin embargo, no cogen desprevenidos a los compatriotas de Putin, capaces de darse un baño en cualquier río helado o de organizar una marcha ciclista en pleno episodio glacial. Unos quinientos moscovitas completaron el fin de semana un recorrido de quince kilómetros por las calles de la capital rusa a pesar de que el termómetro marcaba 25 grados bajo cero.

Refugiados en situación crítica

  • La caída de las temperaturas ha golpeado de forma especial a los miles de refugiados que han huido de la guerra de Siria y viven en tiendas de campaña en Grecia. La Comisión Europea reconoció ayer que su situación es «insostenible», a la vez que pidió «responsabilidad» a las autoridades griegas para mejorar sus condiciones de vida. «La Comisión es consciente de que la situación actual es insostenible», dijo la portavoz comunitaria de Inmigración, Natasha Bertaud. «Asegurar unas condiciones de recepción adecuadas en Grecia es una responsabilidad de las autoridades». La portavoz expresó la disposición de la UE a proporcionar fondos adicionales al Gobierno de Alexis Tsipras para mejorar las condiciones de vida de los refugiados.

Estambul vivió ayer su tercer día consecutivo de nieve, lo que agravó los problemas de comunicaciones que padece el país a causa de la ola de frío. La compañía Turkish Airlines tuvo que anular ayer mismo 277 vuelos después de haber cancelado otros 600 a lo largo del fin de semana. El tráfico del Bósforo, uno de los estrechos de mayor tránsito marítimo del mundo, fue interrumpido ayer por los servicios de guardacostas debido a la escasa visibilidad provocada por la niebla. Grecia, otro país poco acostumbrado a una climatología tan hostil, permanece paralizada a consecuencia de las bajas temperaturas. La red de suministro de agua de Salónica ha reventado y ha dejado sin servicio a centenares de hogares y negocios. En Atenas el termómetro no pasa de los cero grados. Los más sorprendidos, no obstante, han sido los habitantes de islas como Creta, que amanecieron con nieve a nivel del mar durante el fin de semana.

El episodio de frío en Europa central toca a su fin con la entrada a partir de hoy de vientos del noroeste que desplazarán la masa de aire polar hacia oriente. El cambio del régimen de vientos propiciará una situación meteorológica con temperaturas mucho más suaves y precipitaciones generalizadas. Las lluvias también harán acto de presencia en buena parte de España.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios