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Soy gorda. ¿Y qué?

Soy gorda. ¿Y qué?

Whitney Thore es la prueba de que ser obeso no tiene por qué convertirnos en seres acomplejados. Ella hace tiempo que decidió ser feliz y mover sus 160 kilos en televisión. Su reality es un éxito

IRMA CUESTA

Viernes, 1 de julio 2016, 00:30

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La vida de Whitney Thore (Carolina del Norte, 32 años), la bailarina que pasó de 60 a 160 kilos, es el ejemplo perfecto de lo que alguien puede llegar a conseguir si se lo propone. De eso, y de que todavía hay quien está dispuesto a no permitir que los kilos le amarguen la existencia, aunque hacerlo le coloque a contracorriente. Después de años luchando con desórdenes alimenticios, una baja autoestima y el desajuste que trae de la mano una enfermedad llamada Síndrome del Ovario Poliquístico, Whitney aparcó la vergüenza y decidió mostrarse al mundo sin complejos haciendo lo que siempre le había hecho feliz: bailar. Y, como en los cuentos de hadas, las imágenes de aquella chica enorme moviendo las caderas arrasaron en YouTube y despertaron el ansia por encontrar nuevos filones de las cadenas de televisión. Enseguida se dieron cuenta de que dentro de aquella chavalita sonriente había un tesoro y le ofrecieron un reality contando su día a día en The Learning Channel (TLC).

La campaña, que tituló No Body Shame (No te avergüences de tu cuerpo) le cambiaría la vida. No solo sería una estrella aclamada a la vuelta de un par de años, también se convertiría en la bandera de miles de obesos. Su espacio de televisión en Estados Unidos desembarcará el 6 de julio en España de la mano del nuevo canal de TDT DKiss, bajo el título Gran-Diosa.

El problema de la obesidad va a más. Según las cuentas que ha echado la Organización Mundial de la Salud, en 2025 una quinta parte de los adultos de todo el mundo tendrá obesidad severa, uno de cada tres europeos de entre seis y nueve años tendrán sobrepeso o serán obesos, y en apenas cuatro años, ya habrá más mujeres gordas que delgadas.

Mientras las campañas a favor de cuidar la dieta y en contra de la comida basura se suceden Michelle Obama, que precisamente hoy llega a Madrid, y su huerto ecológico es uno de los grandes referentes, Whitney, como nuestro particular gordo televisivo, el cocinero David de Jorge, sigue luchando con la báscula sin dejar de quererse. En esta entrevista lo cuenta ella misma.

¿Cómo era su vida antes de llegar a los 160 kilos?

Cuando crecí y maduré era delgada, pesaba unos 59. Pero incluso cuando estaba delgada la gente me criticaba por mi peso, lo cual ahora me parece una locura. Creo que es un ejemplo de cómo, especialmente las mujeres, siempre creemos que podemos estar más delgadas, lo cual es una forma muy peligrosa de pensar. Y como incluso cuando estaba muy delgada tenía esos pensamientos, eso cambió la manera en que mi cerebro percibía mi cuerpo y me hizo odiarme. Fue muy difícil modificar esos pensamientos.

¿Cómo y cuando decidió que ser gorda no destruiría su vida?

Era el año 2013. Había perdido 45 kilos en 2011 pero volví a ganar peso y a estar más gorda que nunca. Creía que era el peor momento de mi vida. Entonces pensé: llevo odiándome toda mi vida, así que voy a intentar empezar a quererme y aceptarme tal como soy y hacer cosas aunque me asusten. Y una de esas cosas era hacer un vídeo de baile y llamarlo Chica gorda bailando. Decidí que iba a hacerlo; me iba a poner a bailar y lo iba a subir a internet. Cuando lo hice, el vídeo se hizo viral creo que tiene mas de 8 millones de reproducciones en YouTube y a raíz de eso conseguí el programa de televisión en la cadena TLC.

En 100 años... todos gordos

  • Cuestión de nada

  • La Organización Mundial de la Salud ya ha dado la voz de alarma en 2025 uno de cada cinco adultos padecerá obesidad severa y uno de cada tres europeos de entre seis y nueve años tendrán sobrepeso o serán obesos. La progresión es alarmante

  • España no se salva

  • En 2025 más de 90 % de los españoles sufrirá sobrepeso según Adelardo Caballero, presidente del Instituto de Obesidad. Pero es que, en los últimos 40 años, la humanidad aumentó un promedio de 1,5 kilos por década. Aún así, no somos quienes peor estamos. China es el país con mayor número de gordos (89,6 millones) seguido de EE UU (87,8 millones.

  • 641 millones de personas sufren sobrepeso en el mundo. Hace cuarenta años eran 105.

¿Qué le ha cambiado más la vida, engordar o convertirse en una estrella de televisión?

Creo que el verdadero cambio es haberme convertido en gorda y feliz, gorda y bella, gorda y ejemplo. ¿Sabe? Perdí 45 kilos en ocho meses y la gente creía que había sido duro, pero no. Lo más complicado ha sido aprender a quererme y luchar contra una sociedad que me dice que no me lo merezco.

Pero estará de acuerdo en que la obesidad hay que combatirla ¿Sigue algún tipo de dieta?

Teniendo Síndrome del Ovario Poliquístico tengo que seguir una con un índice bajo en hidratos por la resistencia a la insulina. Controlar los azúcares refinados, como el pan y la pasta, que es mi comida favorita, así que es un reto al que me enfrento todos los días.

Estados Unidos es un país con un serio problema de obesidad, ¿cree que en España su experiencia tendrá el mismo impacto?

Mi país es uno de los más gordos del mundo y no sé exactamente dónde se sitúa España en esa lista. Aunque a primera vista parece un programa sobre una mujer gorda, luego te das cuenta de que soy una mujer normal, graciosa, con amigos, familia... No has de estar gordo para identificarte conmigo.

¿Recuerda alguna experiencia especialmente dolorosa cuando empezó a ganar peso?

Bueno, está lo de tener que aguantar los discursos de la gente sobre cómo debería ser tu cuerpo. Pueden llegar a ser muy ofensivos. Pero también hay cosas en el día a día, como ir al teatro o a un concierto. Porque si la silla tiene brazos es muy probable que se rompa. También me encantaría montarme en una montaña rusa otra vez, pero no sé si las habrá lo suficientemente grandes, así que... si encuentras alguna ¡avísame!

¿Bailar ha sido su medicina?

Me forcé a no ignorar mi cuerpo sino a escucharlo. Tengo entendido que en España el baile forma más parte de vuestra cultura. Me da envidia, me gustaría aprender flamenco.

Sin dejar de sonreír

No es exactamente la misma historia, pero sin duda es también uno de los gordos, gordos, a los que hemos visto luchar con los kilos sin dejar un solo instante de sonreír. Debía de ser un espectáculo ver a David de Jorge y sus 267 kilos subirse a su Suzuki Burgman como si tal cosa. Pero es que, antes de que los años convirtieran su peso en algo insoportable, llevaba el asunto con bastante naturalidad. «Es verdad que no podía sentarme en cualquier terraza, porque debía buscar las que tuvieran sillas potentes y sin reposabrazos, y que en los viajes largos en avión tenía que sacar un billete de clase business, pero, por lo demás, yo iba tan contento en mi moto o mi Skoda Yeti, que es enorme. El problema llegó cuando con 41 años los kilos comenzaron a pesarme de verdad».

De Jorge (Hondarribia, 1970) se hizo popular en todo el país con su fantástico Robin Food. Mientras Telecinco lo mantuvo en antena (ahora sigue entre fogones frente a una cámara de la ETB), el cocinero vasco enseñaba disfrutar de la comida sin esconder que había iniciado una lucha sin cuartel contra la gordura.

¿Lo suyo fue simplemente que es un glotón?

Sí. Incluso fui un niño gordito que se comía el bocadillo pequeño que le daba su madre para la merienda pero luego se metía en la cocina y se hacía una tortilla.

267 kilos son muchas tortillas...

Sí, pero se juntaron varios problemas. El primero, que nadie me enseñó a prestar atención a las grandes claves, que son: desayuno y deporte. Luego, que esta es una enfermedad muy cabrona, que va calando gota a gota, hasta que te has metido en un lío del copón.

Y ¿cómo se sale de una de esas?

Con ayuda. De otro modo es imposible. Lo bueno es que tiene remedio.

Vamos, que estará encantado con sus 140 kilos y bajando...

Pues sí. Me di cuenta deque era joven cuando tenía 43 años. Ahora me siento tan ligero y tan bien que parece que voy volando por la vida. Me quedan, eso sí, los colgajos... son los daños colaterales.

Pero habrá sido complicado...

Claro. Tuve que cambiar mi entorno. Decir adiós a unos socios que me han amargado la vida. Cuando me los quité de encima todo comenzó a mejorar. Lo primero que tiene que hacer un obeso es acabar con un entorno tóxico.

Ya en manos de los médicos, David, un tipo alto de 1,85, se puso un balón gástrico que le ayudó a deshacerse de los primeros 70 kilos. Luego vino la reducción de estómago y el cambio de hábitos. «Ahora desayuno café con leche, jamón cocido, queso, pan tostado con aceite, zumo de naranja y un poco de fruta. A la primera comida del día le dedico 45 minutos. Luego nado, camino y voy al gimnasio. Aunque nunca me quedé en casa lamentándolo, ahora todo marcha. Además, me siento donde me da la gana».

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