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Los jovencísimos músicos andaluces, durante su actuación matinal.
La juventud toma el Auditorio Falla

La juventud toma el Auditorio Falla

La Joven Orquesta de Andalucía, ofreció un variado y bonito programa, bajo la dirección de Hernández Silva.

JOSÉ ANTONIO LACÁRCEL

Lunes, 11 de julio 2016, 03:05

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El auditorio del Centro Manuel de Falla registró una gran entrada en el concierto que, en la mañana del domingo, ofreció la Joven Orquesta de Andalucía, bajo la dirección de su titular, Manuel Hernández Silva, con obras de Ravel, Moreno Buendía y Shostakovich. Los jovencísimos músicos andaluces obtuvieron un legítimo éxito en una mañana muy musical, con las últimas actuaciones de la programación FEX.

Podríamos haber titulado o subtitulado con algo así como el triunfo de la juventud, porque lo primero que salta a la vista, lo primero que llama poderosamente la atención es la juventud de los integrantes de la Joven Orquesta de Andalucía. Tanto que, en comparación con ellos, otras jóvenes orquestas que hemos tenido ocasión de escuchar, parecen integradas por veteranos, tal es la extrema juventud de muchos de los miembros de la orquesta andaluza.

Creo que nunca me cansaré de ponderar la gran labor que se realiza con estas orquestas, la importancia que tienen, el que se constituyen en auténticos viveros de futuros instrumentistas importantes, que consiguen con este quehacer en el seno de un elenco orquestal, aprender a tocar con otros, a convivir, a compartir experiencias, ilusiones y trabajo. Se crea un ambiente muy positivo de camaradería, se intercambian conceptos, criterios, conocimientos. Se toca en compañía, se consolidan valores relacionados con la solidaridad, con el compañerismo, con la mutua ayuda tan importante en todas las agrupaciones musicales. Desaparecen muchos egos y se piensa, se vive y se siente en relación con el conjunto.

Las jóvenes orquestas constituyen una magnífica escuela, nos sólo artística, sino también de convivencia y de valores humanos. En esta escuela se practica a diario, se trabaja en equipo, se reciben lecciones que son inapreciables por la importancia que tienen para el posterior desarrollo artístico y humano de los miembros de estos elencos. Y, por supuesto, tiene especial trascendencia la disciplina, el ir adecuadamente guiados por la experiencia de un director que irá corrigiendo defectos, que irá inculcando valores, que será decisivo a la hora de la adecuada lectura musical de las obras con las que trabajan.

La Joven Orquesta de Andalucía tiene la suerte, buscada y conseguida por los responsables de la misma, de contar con un excelente director, con una gran preparación, con una enorme dosis de humanidad tan importante para llegar al ánimo de estos jóvenes instrumentistas. Manuel Hernández Silva reúne todas las condiciones para llevar a cabo la noble tarea que se le ha encomendado. Y a fe mía que lo consigue, que lleva a buen puerto estas iniciativas y que consigue unos resultados que pueden considerarse como espectaculares. Su capacidad didáctica está fuera de toda duda. Su proximidad, su cercanía con los jóvenes músicos, fructifica en unos logros espléndidos, pudiendo acometer programas de altura con la seguridad de que serán minuciosamente preparados, bien trabajados y se encontrará con un resultado óptimo. Es una suerte, vuelvo a insistir en que muy bien planificada, de contar con el concurso de un director tan idóneo para esta tarea como es Hernández Silva, con una considerable experiencia que ha dejado de manifiesto en la gran labor que ha realizado con orquestas profesionales, experiencia y acierto que ahora sirven y mucho para la buena formación de estos estupendos y jóvenes músicos.

La calidad de la orquesta, la formación de sus integrantes, la importancia del director, ya se pudo admirar con una buena, muy buena versión de la Rapsodie Espagnole, de Maurice Ravel. Colorido adecuado, empaste, expresividad en todo momento. Y no es fácil, no. La suite de danzas Celtiberia, del murciano Manuel Moreno Buendía nos hizo saborear una obra, muy bien orquestada, muy bien trabajada, en la que se rinde un homenaje a distintos aspectos de la música española. Sí que hay influencias claras de Falla en algún pasaje, pero la obra rezuma belleza, gracia, y tiene mucho encanto. Moreno Buendía, presente en el Auditorio, recibió una cariñosa y merecida ovación a instancias del director. Y un broche de oro con la Sinfonía nº 5 de Shostakovich. Lo anecdótico es que fuera de reconciliación con las exigencias de las autoridades soviéticas. Lo importante es el resultado, obra densa, muy bien trabajada que tuvo en los jóvenes músicos andaluces unos afortunados intérpretes. Fuera de programa un rítmico Danzón que hizo vibrar a orquesta y público. Cuando el público ovacionaba, cuando los instrumentistas de cuerda se abrazaba en cálida despedida, los de viento se arrancaron con los compases de Amparito Roca, dejándonos este simpático recuerdo, este buen sabor de boca, tras una actuación en la que disfrutamos con ellos y con un estupendo director.

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