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Los miembros de la Banda Municipal de Música en 2017
Un concierto de 100 años al servicio de Granada

Un concierto de 100 años al servicio de Granada

La Banda Municipal de Música de la capital mira al futuro desde un pasado glorioso, renovando su repertorio y en su plenitud artística

JOSÉ ANTONIO MUÑOz

Lunes, 20 de febrero 2017, 15:13

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Era Felipe Lachica y Mingo un alcalde capitalino amigo de proporcionar diversiones a los ciudadanos, y de que estas contribuyeran a aliviar el devenir, a veces tan complicado, de aquella Granada de principios del siglo XX. Suya fue la iniciativa de ordenar el Carnaval, que celebramos en estas fechas, y suya fue también la idea de crear una Banda Municipal de Música, que ofreció el 2 de enero de 1917 su primer concierto, dirigida por el maestro José Montero. Un siglo y tres directores después -la Banda sólo ha tenido cuatro: el propio Montero, Ventura Clares, José Faus y el actual, Miguel Sánchez Ruzafa-, verles trabajar constituye un auténtico deleite, como pudimos comprobar hace unas fechas en su recién acondicionado local de ensayo, en el complejo de Quinta Alegre.

El más joven llegó desde Sevilla

  • Isaac Domínguez

  • Isaac Domínguez, trompetista, sevillano de Mairena del Alcor, con 34 años, es el músico más joven de la Banda, aunque ya cuente con una experiencia de una década en la formación capitalina. Recuerda con ilusión el momento en que le comunicaron que iba a formar parte de la misma «Di saltos de alegría. Para mí, trabajar con unos compañeros tan fantásticos supone un entorno de trabajo difícilmente comparable. El grupo humano es estupendo, la relación es inmejorable. Ypor el conocimiento que tengo de otras bandas profesionales, donde suele haber muchos más problemas, puedo decir sin equivocarme que tengo suerte de estar aquí».

  • El trabajo es duro, «pero tiene su recompensa. Que el público se vaya satisfecho, ese aplauso cariñoso que nos dan, no tiene precio». Siempre dispuesto a aprender, valora positivamente el cambio que están experimentando las Bandas en cuanto a programas y estilos.

Llegan temprano, cargados con sus instrumentos quienes pueden transportarlos, porque al trabajo de aquí se completa en casa. El ambiente es bueno, se habla de los temas de siempre: el fútbol, las noticias, los planes para el fin de semana... En una mesa adyacente, dentro del lugar de ensayo, una panoplia de tés, cafés e infusiones varias servirá para 'calentar' el tiempo de descanso. Es casi el único punto en común con una oficina corriente.

Y la sala, hasta ese momento en silencio, empieza a animarse. Una tuba toca la 'Marcha imperial' de 'Star Wars'. Una flauta calienta al compás de un pasodoble. Y el día a día de la Banda comienza. En el piso de arriba, el director Miguel Sánchez Ruzafa, y los coordinadores Ángel López Carreño y Carlos Atienza repasan las partituras. Se habla de logística, del programa, de las dificultades que entraña tal o cual pieza, de los horarios. Es esta una maquinaria que, un siglo después de su puesta de largo, sigue engrasada a la perfección.

La presencia femenina es reducida aún, pero se hace notar. Eva Maldonado, Laura Mármol, Silvia Herrero y Yu Jung Chung -la llaman Yolanda-, ofrecen su punto de vista en múltiples aspectos, y hacen sugerencias a la fotógrafa sobre la mejor estética en la foto, como por ejemplo, si salir a hacerla instrumentos en mano o no. Al final, la imagen de arriba canta, o suena. La mayoría, instrumentos en mano.

Los profesores -así debe llamárseles- de la Banda hacen honor a su condición de funcionarios, en el mejor sentido, haciendo funcionar una institución que este año, con ocasión del Centenario, está apretando su programa de conciertos, y que, esencialmente, como afirma su director, Miguel Sánchez Ruzafa «vive para la música, y trabaja codo con codo, a diario, para llevarla allí donde se solicita que acudamos».

Y no son pocos lugares. La labor histórica de la Banda no se ciñe a subirse cada semana a un promontorio -el quiosco del Paseo del Salón, escenario de tantos conciertos 'a la salida de Misa'; la plaza de las Pasiegas, uno de los lugares de la ciudad preferidos por los músicos para tocar, o el del Teatro Isabel la Católica, por citar algunos de los más habituales-. Se cuentan por decenas los rincones de Granada que han sido testigos de las evoluciones del conjunto, desde residencias de ancianos -«la alegría que les llevamos compensa el esfuerzo», dicen los músicos- hasta colegios, pasando por su

El más veterano

  • Carlos Atienza

  • Comenzó a interesarse por la música desde muy joven, y es el profesor más veterano de la Banda. Nacido en la calle Elvira, pasó en primer lugar por la Escuela del Ave María, a las órdenes de José Ayala, para luego recalar en la Banda Municipal. «Recuerdo, cuando llegué, que casi todos eran personas mayores, y yo un jovencito de 16 años», afirma. Carlos tiene ahora 57, por lo que lleva 41 en la formación.

  • En cuanto a los repertorios de aquella época, rememora que «eran muy tradicionales, adaptados al gusto popular. Ofrecíamos dianas durante las fiestas del Corpus, atendíamos a los actos protocolarios...». No destaca ningún concierto en especial de cuantos ha ofrecido. «Todos tienen algo; a todos acude el público con la ilusión de disfrutar, y nosotros para hacer que disfrute». La versatilidad de los músicos, afirma, está consiguiendo atraer nuevos aficionados, que espera se sumen al interés por la música.

presencia constante en las grandes fechas de la ciudad, como antaño en la Semana Santa, aunque razones de operativa terminaron restringiendo su concurso en las procesiones. También siguen siendo recordados por muchos granadinos los conciertos que se ofrecían en la explanada del Carmen de los Mártires. «La banda siempre ha sido querida y apreciada», afirma Carlos Atienza, también percusionista de la formación.

Retorno

Además, con ocasión del Centenario, su marco de actuación va a ampliarse, ya que volverán al Auditorio Manuel de Falla en más de una ocasión -su mayor aforo no es óbice para que los conciertos programados allí apunten al lleno-, e incluso actuarán en lugares tan poco habituales hasta ahora como el Centro Lorca o el Patio de los Aljibes, en el recinto de la Alhambra.

La plantilla -distribución de la Banda al día de hoy- está formada por 8 clarinetes; 1 requinto -coordinador técnico musical adjunto-; 2 flautas; 1 oboe; 2 saxofones altos; 2 saxofones tenores; 1 clarinete bajo; 1 fagot; 3 trompas; 2 fliscornos; 3 trompetas; 3 trombones; 2 tubas; 4 percusionistas (uno de ellos coordinador técnico musical adjunto); 1 coordinador técnico musical, 1 conserje-subalterno, y un trompa-becario. Ellos son los responsables de que la Banda tenga uno de los sonidos más identificables de España, y de los más prestigiosos.

El futuro de la formación, tal y como lo analiza José Miguel Barberá, estudioso de su historia y uno de sus componentes, «pasa por afrontar nuevos proyectos e inquietudes. Sin olvidar la tradición, apuntamos hacia la diversidad de géneros, desde el cada vez más ambicioso repertorio sinfónico original para banda hasta cualquier rama de la música, incluidas las obras habituales afianzadas durante siglos de historia. En definitiva, una banda de música, por sus características, es una herramienta sumamente versátil, capaz de ayudar a satisfacer buena parte de las diversas sensibilidades culturales de una ciudad moderna, y es nuestro objetivo prioritario hacer llegar a todos y cada uno de los granadinos nuestra labor».

El apunte final de intenciones lo pone Ángel López Carreño, coordinador adjunto: «Podemos decir que el futuro no está escrito, pero que cuando lo escribamos, seguro que suena bien». Y ustedes que lo vean.

Antonio López Ávila

Tres generaciones en la Banda

El de Antonio López Ávila, clarinete, es un caso único en la Banda Municipal de Granada, y seguramente, uno de los pocos en las bandas profesionales de nuestro país. Y es que su abuelo, Antonio López Amigo, fue miembro fundador de la Banda, hace justo un siglo. A él, que murió muy joven, cuando la segunda generación de López su padre, José López Nieto tenía tan sólo seis años. Aunque, obviamente, no pudo coincidir en los atriles con su abuelo, Antonio López Ávila sí que lo hizo con su padre durante 15 años. La vocación se despertó en él de manera muy temprana, «viendo tocar a mi padre, viniendo a los conciertos». Cuando le dijo a su padre que quería ser músico, le apoyó totalmente, «aunque nunca quiso dirigir mi vocación. Me decía que fuera lo que quisiera, lo que me gustara». Añade que «cuando eres niño, compaginar el colegio con los estudios musicales es duro, porque pierdes tiempo de juego. Pero si amas la música, lo compensa todo».

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