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Juan Carlos Sánchez, en uno de los rincones del Parador de la Alhambra
«Granada tiene muchos atractivos, no hagamos solo el monocultivo de la Alhambra»

«Granada tiene muchos atractivos, no hagamos solo el monocultivo de la Alhambra»

Invitados de sangre real y mandatarios de medio mundo han pasado por los salones del singular hospedaje que dirige desde hace casi una década

Javier Morales

Miércoles, 18 de enero 2017, 02:17

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Describe Washington Irving en los 'Cuentos de la Alhambra' sus horas de meditación en las ventanas de la ciudad palatina. La evocación de sus antiguos moradores inspirada en los característicos aromas de sus jardines. El autor romántico se hospedó durante varios meses, allá por 1829, en las habitaciones construidas para Carlos V. Buscó en este periplo la esencia de las almas que habitaron el recinto. Y no sólo la captó, sino que la reflejó en un texto hábil como pocos para despertar la imaginación. Dice Juan Carlos Sánchez (Villanueva Mesía, Granada, 1957) que «el Washington Irving de hoy en día elegiría el Parador de la Alhambra para alojarse».

Sánchez es gerente desde hace ocho años del Parador ubicado en pleno corazón del entorno monumental, en el convento de San Francisco, construido por decisión de los Reyes Católicos. En efecto, muchos de los 'Irvings' contemporáneos han pasado por sus salones, dejando una ristra interminable de anécdotas. Hasta el punto de que sopesa reunirlas en un libro. Irían a parar allí las bromas con Mario Vargas Llosa o el asombro de Michelle Obama. La primera dama -saliente- de Estados Unidos, que visitó Granada en agosto de 2010, no lograba creer que aquel lugar fuera un hotel. «Fue un encanto con nosotros», recuerda Sánchez.

Él conoce como nadie los entresijos de este edificio cargado de historia y porvenir, y desde la singularidad del mismo adquiere una perspectiva privilegiada para analizar la trayectoria del sector turístico en la capital. Lo hace desde la experiencia. Empezó a trabajar a los 14 años en el hotel Inglaterra. Estudió turismo en la escuela Alhamar y se enroló en el extinto Parador de Sierra Nevada como ayudante de recepción. Llegaron los traslados y ascensos

en distintos establecimientos de la histórica red de hoteles. Llegó a dirigir los de Andalucía e inauguró el de Ronda. Un ejemplo, asegura, por el impulso que supuso para todo el tejido económico de la zona. Ahora compagina la asesoría en proyectos internacionales con su trabajo en Granada. Se expresa, reflexivo y cercano, en uno de los salones del Parador.

Los datos turísticos en 2016 fueron positivos. ¿Se dejaron notar en el Parador?

Han sido buenos a nivel de toda España. Se va a batir el récord de turistas. En Granada también fueron buenos, y en la Alhambra y el Parador también. Nosotros subimos en estancias y en cubiertos. En estancias hemos rozado el 90% de ocupación anual, así que hemos recuperado los niveles anteriores a la crisis. Y en cubiertos hemos llegado casi a los 40.000, que son muchos...

¿Es un alojamiento para turistas españoles, o para extranjeros?

Tenemos un altísimo porcentaje de cliente extranjero, casi un 80% del total de los que llegan aquí. Entre los extranjeros hay dos nacionalidades que destacan: los japoneses y norteamericanos.

¿Una cuestión de capacidad adquisitiva?

Sí, porque somos un hotel caro. Aquí la media de precio de la habitación está en torno a los 300 euros por noche. Es decir, que es un cliente de alta capacidad.

¿Por qué pagar ese precio?

Lo más especial que tiene el Parador es la ubicación, es lo que más valoran los clientes. Tenemos muchos clientes para los que dormir una noche en la Alhambra es una experiencia inolvidable. Hay noches de bodas, aniversarios, padres que se lo regalan a sus hijos, hijos que se lo regalan a sus padres... Quieren, al menos una vez en la vida, dormir en la Alhambra. Cuando a las seis o, en verano, a las ocho de la tarde, se marchan los miles de visitantes diarios, el darse un paseo escuchando las fuentes del jardín, bajar a la plaza de los aljibes, oír los sonidos del Albaicín... Eso no tiene precio.

La Alhambra es un goce para los sentidos. Estético, por los aromas, desde el punto de vista cultural por la historia que atesora... Nosotros que estamos dentro del recinto tenemos como reto que la gente perciba eso, pero queremos dar un paso más. Pusimos recientemente en marcha el 'menú nazarí', porque el sentido del gusto no estaba contemplado. Lo hemos investigado muy seriamente, basándonos en un documento nazarí, un manuscrito del siglo XIII, adaptando esas recetas. Ahora estrenamos un menú diseñado por el chef Mario Sandoval.

¿Diría que las cifras han tocado techo? ¿Se pueden superar?

Siempre se puede crecer. Pero yo no sé si a la ciudad, en general, le interesa seguir con ese modelo de crecimiento sólo por el número. Creo que a nivel de ciudad tenemos un problema de bajos precios muy importante. Al campo no se le pueden poner puertas, pero tú si puedes orientar tus acciones a buscar un cliente de mayor calidad y mayor gasto, que es lo que nos esforzamos nosotros aquí por hacer. Tender a crecer más en calidad que en número es algo que se ve venir.

Hay una cuestión que es la sostenibilidad: ¿de qué nos vale decir que no se puede andar por las calles? Quizás sea más inteligente propiciar una serie de servicios de calidad y que los cobres para ir filtrando y atrayendo a ese tipo de

El modelo de Paradores, ejemplo para todo el mundo

  • Sánchez ejerce como consultor de Paradores en el extranjero. En la actualidad participa en proyectos internacionales con países que pretenden aplicar el modelo de trabajo de esta cadena recuperar para el sector turístico edificios de carácter histórico. Una labor que comenzó en el año 1910, cuando el Gobierno encargó crear una estructura hotelera para acoger a los viajeros. «El poner un hotel en un edificio histórico no es una novedad, lo hacen muchas cadenas, pero hay que rentabilizarlo, y que además sea un instrumento de la política turística de Estado, y eso es más complicado», explica. Omán, Montenegro o Paraguay son algunos de los países con los trabaja el director granadino.

cliente. Tienes que hacer atractivo tu producto para atraer a ese segmento que interesa mucho más. Que pernocte, no que venga, visite la Alhambra y se vaya. Que salga a cenar... Si viene un cliente y está dos días, uno seguro que cena con nosotros, pero al segundo está pidiendo recomendaciones. Eso es lo que interesa.

Para eso es necesaria una unión dentro del sector hostelero, remar todos a una. ¿Tiene la sensación de que sucede así?

Es complicado. Un gran experto en turismo me comentaba el año pasado que en Granada hay un exceso de oferta hotelera. El exceso de oferta conlleva una bajada importante de los ingresos medios por habitación.

En unos días llega Fitur. Entre las cientos de ofertas ¿en qué puede destacar Granada?

La Alhambra es el gran motivo. Pero es tan potente que tapa todo lo demás. (...) Por ejemplo, Granada es una de las ciudades españolas con más kilómetros de murallas históricas. No aparece eso en ningún sitio reflejado como un atractivo turístico; como hay otras cosas más importantes... Si sólo tuviésemos la muralla, seguramente sería un gran atractivo. Pero hay tanto...

Tenemos un barrio del Albaicín que es una auténtica maravilla, al que merece la pena dedicar un día entero. A nuestros clientes aquí les decimos que no agoten la ciudad, que dejen cosas pendientes para volver. Granada es una ciudad que por sí sola merece la pena no agotar en una escapada. Insistiría en Fitur sobre la experiencia: actividades, visitas guiadas, actividades en bicicleta, combinadas con música, tapas, exposiciones... Tiene muchos atractivos, no hagamos sólo el monocultivo de la Alhambra. Vienen a otras ciudades como Málaga, que nos está comiendo la tostada.

¿Qué le falta a Granada?

Un mayor entendimiento entre todas las administraciones implicadas en el tema del turismo.

Quizás aviones, trenes...

Nos falta el AVE. Será importantísimo. Pero inmediatamente hay que hacer una apuesta por la calidad. Dime [se dirige al redactor] un sólo monumento de esta categoría en países de nuestro entorno, países turísticos de Europa y Estados Unidos, en el que se cobren 13 euros. Tú, para allegar recursos, tienes que cobrar las cosas más caras. Luego si quieres subvencionas a los mayores de 65, a los colegios... Pero 13 euros por una entrada en la Alhambra, un monumento de esta categoría... No lo he visto en ningún sitio. Debería costar más y dedicar todos esos recursos a mejorar los servicios. Así es como se incrementa la calidad, la calidad no puede ser barata.

¿Cuál es su postura con respecto al Atrio?

Indiscutiblemente es necesario hacer un pabellón de acceso, que ya ha quedado superado por el número de visitantes. El Atrio, tal y como estaba concebido, arquitectónicamente me gustaba, pero el tener contemplado ahí un restaurante de 500 metros cuadrados nos iba a haber hecho daño a todos los que estamos alrededor. Al Parador, al Alhambra Palace, al Washington Irving (...) Eso no lo veía muy bien y así se lo expresé al anterior equipo. Es necesario reforzar el acceso y el sistema de adquisición de las entradas. Hay que modernizarlo. Si tú hoy puedes imprimir hasta tu tarjeta de embarque para el avión, ¿cómo tienes que ir personalmente a retirar una entrada para la Alhambra?

Por aquí han pasado muchas 'estrellas', ¿recuerda alguna en especial?

Muchísimas y otras que no podemos decir porque firmas cláusula de confidencialidad. Camila Parker estuvo por la boda de la hija de los Duques de Wellington [celebrada en Íllora en el verano de 2016]. Celebramos aquí la preboda. Vino toda la 'jet', toda la gente guapa.

Han estado las presidentas de Argentina, Brasil, Michelle Obama, Vargas Llosa... Él dejó una frase muy bonita en el libro de oro... Ya había estado aquí con su primera mujer. Un día me avisó mi gente de que estaba aquí. Todavía no tenía el Nobel. Como sé que le gustan mucho los Paradores, bajé para hablar con él y le dije «maestro, me gusta mucho su obra, soy lector suyo desde que era estudiante, pero lo más importante no es sólo que le admire, sino que soy cliente porque le he comprado todos sus libros» [ríe]. Me dijo: «Hombre, nadie me lo había dicho nunca así».

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