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Cientos de jóvenes charlan en Gran Capitán ante el control de Policía Local.
El botellón vuelve a las Cruces una década después

El botellón vuelve a las Cruces una década después

Gran Capitán y sus calles próximas aglutinan una concentración de cerca de un millar de personas, que pudo beber a pesar de la presencia policial

Antonio Sánchez

Miércoles, 4 de mayo 2016, 01:05

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El botellón regresó al Día de La Cruz una década después. Lo hizo con pequeñas concentraciones que en poco se parecieron a la celebración que invadió Granada en 2006, cuando miles de jóvenes celebraron esta fiesta multitudinaria por el centro de la ciudad. Sin embargo, sí recordaron a aquellas citas que ya parecían erradicadas en esta tradicional jornada festiva y que en algunos momentos de la tarde desbordaron a la Policía Local.

El punto de la ciudad más concurrido fue Gran Capitán. Allí se reunieron cerca de un millar de jóvenes que desembocaron hacia allí desde sus calles colindantes. La primera cita de la tarde se produjo en el entorno de la plaza de los Lobos. Allí, varios locales abrieron sus puertas a primera hora de la tarde del martes y cientos de chavales empezaron a beber frente a sus puertas. Las llamadas de los vecinos alertaron a la Policía Local, que se dirigió al lugar para dispersar la cita. El remedio provocó una desbandada hacia Gran Capitán, en donde además cada grupo de jóvenes que pasaba se quedaba para festejar el Día de La Cruz en compañía. En un colegio próximo, la Policía Local y Nacional tuvieron que intervenir para evitar que una trifulca fuera a mayores. Precisamente, a las puertas de este centro educativo fue donde se produjo la principal aglomeración de jóvenes durante la tarde ayer. La Policía Local, en la cual los servicios extraordinarios para este día comenzaban a las diez de la noche -para esa hora, el descontrol ya había remitido en la mayoría de zonas afectadas de la ciudad-, se vio desbordada entre las siete y las nueve de la tarde. Fue el momento más crítico y en el que se intentó que no se desmadrara la fiesta como había ocurrido en años anteriores.

Aunque desde este organismo nadie lo reconoció, los agentes que se encontraban trabajando sobre el terreno mostraban ante los vecinos que le preguntaban lo que pasaba y el malestar por la situación. «No damos abasto», explicaban algunos agentes. La labor de la Policía en la tarde de ayer fue de control. A pesar de que está prohibido el consumo de alcohol en la vía pública, las fuerzas de seguridad reconocían que era imposible comenzar a multar a los jóvenes por beber en la vía pública sin arriesgarse a que la concentración se les pudiera ir de las manos. Con este panorama, trataron de vigilar que los chavales que se dieron cita no causaran destrozos en la vía pública, que la suciedad que se quedara sobre la acera fuera mínima y que el tráfico no se colapsara en esta calle.

Los jóvenes reivindicaron su derecho a beber en la ciudad en esta cita señalada del calendario juvenil. Y reconocieron que si el botellódromo no hubiera estado cerrado, se podrían haber evitado las concentraciones por la ciudad. «No vamos a renunciar a nuestro derecho a beber en el Día de La Cruz. Si quieren que lo hagamos en el botellódromo, estaremos allí, pero no vamos a dejar de juntarnos porque lo diga el político de turno», explicaba Luis, un joven universitario de poco más de veinte años.

En la concentración de Gran Capitán también hubo menores de entre 15 y 18 años. No eran los más numerosos, pero Martín, uno de ellos, explicó que no tenía ningún miedo de salir a la calle a pasárselo bien con los amigos «hasta que el cuerpo aguante». Este adolescente, de 16 años, explicó a IDEAL, con el litro de cerveza en la mano, que cerrar el botellódromo «es absurdo» y que sólo va a provocar que en días señalados como el de ayer se repitan estas citas en el centro de la cuidad.

Desde un segundo piso de uno de los edificios próximos al encuentro espontáneo, un grupo de universitarios animaba a los presentes a beber sin descanso y a resistir a la prohibición. «No nos podéis dejar sin beber», gritaba un joven imberbe a las Fuerzas de Seguridad, que aguantaban el tirón desde el gallinero.

Albaicín

Lejos de Gran Capitán también hubo reuniones de grupos de amigos, pero de menor importancia. Cerca de las nueve de la noche, medio centenar de jóvenes charlaba y bebía copas en la plaza de La Merced sin la presencia de Policía. Mientras, decenas de chavales descendían por la cuesta Alhacaba con cerveza y sangría en las manos. En Plaza Larga, en donde ya hubo una concentración en la tarde de antes de ayer, había pequeños grupos que hacían botellón ante el consentimiento policial que, como en Gran Capitán, asumía que no era seguro intervenir para dispersar las citas, ante el malestar de vecinos y comerciantes que reclamaban a los agentes del orden público que actuaran conforme a la ordenanza 'antibotellón'.

Más abajo, en la Carrera del Darro, también hubo algunas reuniones, la mayoría de ellas tranquilas, en las que se bebió hasta bien entrada la noche sin que nadie se asomara por allí para decirles que estaba prohibido el consumo de alcohol en la vía pública. El corazón de la ciudad se libró durante la tarde-noche de ayer de estos 'minibotellones', aunque en vías como la calle San Sebastián algunos bares no eran capaces de asumir en su interior la afluencia de gente, que acababa bebiendo en la vía pública.

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